EL CASO DE JUAN

La mayoría de los niños/as comienza a andar solos alrededor del año,  pero no todos evolucionan de la misma manera, ya que, en el desarrollo influyen diferentes factores y variables. Por lo tanto, cada niño/a es un mundo y tiene su propio ritmo.

Es imposible saber la causa exacta por la que un niño/a tarda más o menos en dar sus primeros pasos, simplemente cada uno tiene su ritmo de desarrollo. Algunas veces, una caída o un golpe fuerte en los primeros intentos pueden crearle inseguridad y miedo, motivando su retraso. Por eso es importante no hacer un drama de cada golpe que se dé. La sobreprotección no es aconsejable, hay que dejarle la máxima libertad de movimientos posible, que pruebe, que experimente, que se caiga las veces que sean necesarias. Lo principal es ser paciente y no forzarle, animándole y aplaudiendo cada pequeño progreso que logre.

Juan tiene 18 meses, así que puede que se esté retrasando un poco más a la hora de dar sus primeros pasos por lo que sería conveniente que lo viera el pediatra y si éste confirma que va todo bien, no hay que preocuparse. Tal vez, al haber estado hasta ahora en casa, los padres lo sobreprotegían cuando hacia intentos de ponerse en pie y no le dejaban la libertad suficiente para que experimentara sus movimientos. En la escuela infantil les enseñan a ser más autónomos, tienen menos miedo a caerse y pueden estar más motivados, por todo esto pueden aprender antes a andar. La maestra debería estar atenta en intentar estimular a Juan a empezar a dar sus primeros pasos, primero ayudándole a ponerse de pie, después a andar con ayuda y por último conseguir que ande sólo. Esto también se lo debe comunicar a los padres para que en casa sigan pautas parecidas para que haya una coordinación entre escuela y familia.

En conclusión, cada niño/a tiene un ritmo propio de desarrollo, pero es importante la estimulación sensorio-motora así como que vaya adquiriendo autonomía para favorecerlo.